Crónica de un padre

Por Javier Reigada - Padre de Francisco y Joaquín de la divión M12

   El fin de semana desde el viernes 17 a la tarde hasta el domingo 19 de septiembre, tuvimos finalmente la gira de Rugby a Rosario donde participaron todas las divisiones del SMT. A pesar de algunas lamentables bajas producidas por las comuniones del algunos de los jugadores o de sus hermanos, ya alrededor de las cinco de la tarde empezaban a “concentrarse” los jugadores en el patio del SMT, bolsos, bolsas de dormir, padres con vocación de “personal trainer” de cada uno de sus hijos y madres que parecían que los despedían como si fuesen a la guerra era el panorama que se iba armando. La demora de los micros sólo impacientaba a los padres ya que los chicos la pasaban Bomba entre ellos. Previa compra de algunos de los padres de “sanguches” para mitigar la espera, finalmente partimos para Rosario en un viaje amenizado por los cortes de ruta los que se toleraban con las “confortables” comodidades de los micros.

   Finalmente el último micro llegó alrededor de las dos de la mañana a las barracas del “Liceo Aeronáutico Militar” de Funes, destinadas a los ansiosos jugadores y a los adormilados padre. Una noche acompañada con los armónicos ronquidos de padres y también algún que otro jugador fue el corto descanso a un día lleno de partidos. Un desayuno en el comedor y listo para ir a jugar.

   Old Ressian armó un día lleno de partidos donde todas las divisiones se esforzaron por competir dando lo mejor. Tras ya casi un día de convivencia todos los jugadores se iban integrando entre sí y los padres ni que hablar, máxime viendo el empeño y el éxito con que muchos se iban desenvolviendo. Algunas lesiones sin importancia eran los trofeos que junto con las victorias o derrotas los chicos lucían ante sus compañeros.

   Después de los partidos la hospitalidad de Old Ressian fue realmente admirable y digna de imitación, asado, ensaladas y bebidas para los padres con un “speech” impresionante para los invitados y una placa conmemorativa, arrancaron varios aplausos de los forasteros. Después un verdadero partido de primera división hizo abrir los ojos a los chicos quienes no podían creer la habilidad de los “grandes”.

   Terminada la visita un obligado paseo por el Monumento a la Bandera con fotos y una merienda marcaban el final del día. Marcaban más o menos, ya que luego de una batalla campal para que los padres consiguieran meter a los jugadores en las duchas de las barracas no fuimos al comedor donde los más grandes degustaron las delicias de una pata de jamón crudo y otras delicatessen que los más chicos se encargaban de rapiñar mientras comían una raviolada impresionante.

   Después de eso Javier Vázquez les organizó un partido nocturno iluminado con linternas a fin de quitarles las pocas pilas que todavía les quedaban. Los divirtió, pero los pilas eran de larga duración y hubo que dormirlos poco menos que a palos.

   Al día siguiente el paquetísimo Club Atlético de Rosario, fundado en 1867 nos recibió en sus espléndidas instalaciones. Si la recepción de Old Ressian fue buena, las del CAR no se quedó atrás y la hospitalidad del tercer tiempo fue excelente. Nos llevamos amigos de Rosario y los chicos jugaron en una cancha profesional de veras.

   Desde el mismo Club nos subimos a los micros y emprendimos el regreso a casa entre charlas, travesuras de chicos y grandes, liquidando las últimas golosinas que quedaban.

   Gracias a los Organizadores, Gracias a los Entrenadores, Gracias a Javier y Agustín del SMT que pusieron una garra bárbara para sacar lo mejor de los jugadores. Gracias a los chicos por jugarse enteros en la cancha y fuera de ella, armar un lío aceptable y gracias a los padres que todavía arrastran un poco de cansancio